Actualmente vivimos en un mundo con muchísima información accesible por varios medios (a veces incluso contradictoria). Desafortunadamente, mucha de esa información es falsa y nos hace dudar, preocuparnos e incluso tener miedo. ¿Cómo diferenciar lo verdadero de lo falso?
Para bien o para mal, desde que empezó la pandemia del COVID, estamos todos en contacto con informaciones científicas casi a diario. En estos últimos meses he recibido muchas llamadas y mensajes de amigos, familiares y conocidos perdidos en la masa de desinformación y que me pedían que les aclarara dudas científicas.
Ante tantas preguntas, he decidido que mí primer artículo de blog tenía que aportar un poco de luz en medio de todo esa oscuridad e incertidumbre (os vale para cualquier tema, no sólo para el coronavirus).
Aquí os dejo algunos criterios de análisis y selección de la información que utilizo personalmente. Espero que gracia a ellos podáis analizar mejor la información que os llega y ganar en autonomía, responsabilidad y conocimientos:
1. Buscar siempre la fuente de donde viene la información.
La mayoría de las veces no se sabe de dónde viene la información que encontramos por internet. E incluso a veces se ponen referencias y nombres falsos. Vemos pasar algo por las redes, o nos llega una imagen por mensaje y ese mensaje viene a sumarse a la confusión global que ya teníamos.
Lo de “lo que la ciencia dice sobre…” o «investigadores de la universidad de Harvard han descubierto….» queda muy bonito, pero no siempre es verdad. ¿Cuáles son sus nombres? ¿En qué departamento trabajan? ¿En qué artículo/experimento se basan? ¿Está avalado por una sola persona o por varias?
2. Precaución incluso con los artículos que tienen referencias científicas
Jugar al despiste o a la manipulación sigue siendo fácil incluso en los artículos que tienen referencias científicas. Me han enviado artículos de internet que citan referencias fiables con link hacia el estudio científico, pero que juegan con términos técnicos y complicados para sacar sus propias conclusiones (que no son las que se demuestran en los artículos citados).
Hace poco leí un artículo con más de 20 referencias científicas de calidad, pero las conclusiones del autor estaban muy distorsionadas. Os lo caricaturo un poco: ponía un artículo de peras y otro de manzanas y su conclusión era que las peras son manzanas…. Cada artículo por separado era verdadero, pero la conclusión del autor era falsa.
En este caso que os comparto, fue un médico quien me pidió que “descriptara” esa información y que tuvo la honestidad de decirme que no tenía suficientes conocimientos para entender si era verdad (ya que el artículo tenía muy buenas referencias).
Sin leer en profundidad los artículos y tener conocimientos en biología y medicina no nos podemos dar cuenta. En estos casos hace falta especialistas de confianza para poder consultarles y/o para denunciar este tipo de artículos. La organización mundial de la salud (OMS) ha creado una página para denunciar las fake news
3. Si no sabéis de donde viene la información, no la enviéis a nadie.
Eso evita que el bulo crezca y contribuir al pánico colectivo y a la desconfianza. La responsabilidad es de todos, y no sólo de la persona que inicia las noticias falsas. La inteligencia y consciencia colectivas son esenciales en esta etapa
4. Si confiáis en una información y decidís transmitirla, evitad el teléfono escacharrado
Funciona igual de bien que cuando éramos pequeños. Si difundís una información sin ser expertos, hacedlo literal (con puntos y comas) y sin interpretaciones. Esto evitará que lo que al principio era un simple perro marrón, acabe siendo una sombra que se vio a las 3 de la mañana en un callejón oscuro, acechando a un pobre niño y que podría ser una nueva especie peligrosa sin identificar 😉
5. Preguntar es de sabios
No podemos saber de todo, ni siendo biólogos, ni científicos, ni médicos. La ciencia de la vida es casi infinita diría yo. Preguntad a gente que sea especialista o tenga las capacidades para interpretar correctamente la información.
Buscad a gente honesta, que sepa deciros “esto no lo sé” o “esto necesita estudio” o “esto es una hipótesis todavía”. Por experiencia la prepotencia y la “verdad absoluta” suelen llevar a errores.
Sigo sin entender porque hay esa especie de presión para dar respuestas blancas o negras cuando la mayoría de las veces la realidad es gris y tiene además un degradado. ¿No sería mas fácil decir las cosas claras? Aunque sea algo incierto todavía, que no se sabe o un resultado negativo
6. Contrastar la información y ser críticos
No os quedéis con una sola fuente de información. Ya sé que esto complica la tarea porque pueden surgir diferentes opiniones e incluso contradicciones, pero es esencial abrir el objetivo y quitarse las orejeras de burro para ver qué pasa más allá.
Espero que mi visión sobre este tema os haya sido útil. Personalmente aplico estos criterios cuando investigo y los utilizo también siempre cuando creo mis talleres anti-stress online y mis formaciones en empresa personalizadas.
Si queréis más información sobre este tema y queréis/podéis profundizar un poco más, os propongo leer el artículo 10 trucos para leer un artículo científico.
Irene Pila – Doctora en biología – Toolnia. Ciencia anti-estrés
Créditos imagen: memyselfaneye